
-No caeré tan bajo p-p-para ponerme a tu altura cobarde...-Dije tartamudeando de miedo. Entonces me empujó cuando sentí la zancadilla de Luís, otro de sus cobardes secuaces. Me cogió de la camiseta.-No vuelvas contestarme así p-p-pollito.-En ese instante vi bajar rápidamente el puño a la vez que vi a Isobel atraparle el brazo, entonces sonó la alarma y salieron corriendo como ratas.

Después de clases, en el recreo, espié una conversación con Martín.-Ya veo como miras al pollito.-Dijo Martín-Te aseguro que no hay nada entre nosotros dos, tu sabes que sólo pienso en ti.-A Isobel se le saltaron las lágrimas. No escuché lo siguiente que dijo el cobarde de Martín, pero alguien dijo que una imagen vale más que mil palabras. Le dió un guantazo. Ahora la rabia la sentía yo por dentro. Salté.-No la toques cabr...-Me miró con un piedra en la mano. Sus ojos transmitían odio.

En aquel momento sólo pensé una cosa; MATARLO.
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